Donde solo sobreviven los halcones
Confundió mis tiempos, descubrió el manto y dejó relucir mis intentos, sin entenderlo, adormeció a aquellos lastimosos temores, encendió antiguos motores. Caminó lento, para llegar en su momento perfecto, hasta donde nunca ha llegado siquiera viento, se quedó bailando en mi proa, dirigiendo mis canoas, iluminando mis alcobas. Se volvió para mi cuerpo, tan esencial como el aliento. Se volvió para mi alma, tan primordial como la calma. Se volvió para mi mente, tan sapiente como omnipresente. Me sorprendió con nuevas tentaciones, llevó mi felicidad hacia donde solo sobreviven los halcones, y sin comprender del todo mi propuesta, abrazó al principio mis abrazos, como siempre lo hizo, como nunca quiso. Se estremeció frente al fuego, se ahogó mientras fabricaba algún deseo, se fundió conmigo en su sueño, y meses después me permitió verlo. Me llevó a lo alto y me acompañó a bajar, me miró fijo a los ojos, y me recordó que no existe un camino sin abrojos. Fue quién estuvo, es quién está y será quién estará, un manto de experiencias a renovar, un pasado respaldado por la victoria, un presente que aún se siente, y un futuro para recordar.
- Escrito en agosto de 2014